La batalla en defensa de la altura duró un año exactamente. Comenzó en mayo de 2007 y terminó en mayo de 2008. Bolivia por fin consiguió que el Comité Ejecutivo de la FIFA levantara “provisionalmente” el veto a la práctica del fútbol en sitios por encima de los 2.750 metros sobre el nivel del mar y La Paz quedó habilitada como sede de los partidos de la Selección Nacional por las eliminatorias mundialistas.
La FIFA aceptó, asimismo, dejar de lado todas las restricciones anteriores y que se efectúen estudios médicos y científicos confiables sobre la práctica del fútbol en condiciones extremas para tomar futuras determinaciones.
De momento, Bolivia puede jugar en La Paz y de hecho terminará la actual competición en esa sede. Sin embargo, para las próximas eliminatorias la historia puede ser otra.
El “calvario” comenzó con la decisión de la FIFA, en mayo del año pasado, de vetar la disputa de partidos internacionales por encima de los 2.500 metros de altitud. En diciembre, hace un año, el mismo Comité Ejecutivo, reunido en Tokio, emitió una nueva resolución: no permitir cotejos de las competiciones de la FIFA a una altura superior a los 2.750 metros sin una aclimatación necesaria.
La inmediata defensa contra el veto, encabezada por Bolivia, ocasionó que la FIFA cambie la forma pero no el fondo de su decisión. Para que las selecciones rivales de la boliviana pudieran jugar en La Paz exigía —según supuestos informes de su comisión médica— una aclimatación de no menos de dos semanas. Algo imposible de cumplir.
En enero, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) reunió de emergencia a todos sus miembros en Chile; éstos determinaron respaldar a Bolivia y ratificar a La Paz como sede de los juegos premundialistas. Además, el veto no “tocaba” las competiciones regionales, como las Copas Libertadores y Sudamericana.
Brasil, el país del fútbol fue el principal impulsor del veto, fue el único de Sudamérica que no firmó el documento de respaldo a Bolivia.
A la FIFA le importó poco la decisión de la Conmebol y reafirmó la suya. En abril de este año, envió una carta a la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) pidiéndole que designe otra sede para los partidos de la Selección como local. La respuesta fue firme: Bolivia jugará en La Paz. El balompié nacional incluso presentó una demanda ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) para defender la práctica del fútbol en la altura.
Las intensas gestiones de la Federación Boliviana y de la Confederación Sudamericana finalmente rindieron sus frutos. En mayo, el día 27, el Comité Ejecutivo de la FIFA, reunido en Australia, decidió dar “un paso atrás para reabrir la discusión” sobre la práctica del fútbol en condiciones extremas.
El “Hernando Siles” albergó en junio el cotejo Bolivia-Chile. Hay quienes dicen que las actuales serán las últimas eliminatorias que se disputen en ese escenario. La FIFA en cualquier momento reabrirá el asunto porque los enemigos de la altura no se dan por vencidos.
Tras la resolución de la FIFA, del 27 de mayo de 2008, Bolivia no ha avanzado en los estudios médicos para defender a futuro la práctica del fútbol en la altura.
Diego Maradona fue uno de nuestros aliados
Entre los aliados de Bolivia para defender la práctica del fútbol en la altura estuvo Diego Armando Maradona. En marzo, el ex astro del fútbol argentino se solidarizó con el país y para demostrar que jugar a 3.600 metros sobre el nivel del mar no es dañino para la salud, a sus 47 años vino y jugó en el “Hernando Siles” durante una hora.
Después de hacer las delicias del público, en un encuentro que enfrentó a su equipo —compuesto por algunas figuras argentinas— con el boliviano —liderado por el presidente Evo Morales y los ex astros del balompié nacional, entre ellos Marco Antonio Etcheverry— Maradona gritó desde el borde del campo de juego: “Sí se puede, sí se puede”.
Un zurdazo de Diego Armando, convirtiendo el séptimo gol argentino y el tercero de su cuenta personal, cerró con broche de oro aquella tarde de lunes en Miraflores, ante unas 20.000 personas. Aunque no fue una diana que valiera la obtención de un título mundial —como el que ganó en México 1986— el “10” lo festejó en grande, se arrodilló en el césped y levantó los brazos hacia el cielo. La “goleada” del fútbol solidario a la FIFA estaba consumada.
“Ustedes tienen que jugar donde nacieron, hermanos, y eso no se los puede prohibir ni Dios, menos Blatter”, dijo Maradona, quien además fue nombrado por Morales “embajador de la defensa universal” del fútbol, por su apoyo a la campaña boliviana contra el veto.
El ex astro, un amigo de la altura, volverá a La Paz en marzo. Lo hará como director técnico de la selección argentina que visitará a la boliviana por las eliminatorias.
La FIFA aceptó, asimismo, dejar de lado todas las restricciones anteriores y que se efectúen estudios médicos y científicos confiables sobre la práctica del fútbol en condiciones extremas para tomar futuras determinaciones.
De momento, Bolivia puede jugar en La Paz y de hecho terminará la actual competición en esa sede. Sin embargo, para las próximas eliminatorias la historia puede ser otra.
El “calvario” comenzó con la decisión de la FIFA, en mayo del año pasado, de vetar la disputa de partidos internacionales por encima de los 2.500 metros de altitud. En diciembre, hace un año, el mismo Comité Ejecutivo, reunido en Tokio, emitió una nueva resolución: no permitir cotejos de las competiciones de la FIFA a una altura superior a los 2.750 metros sin una aclimatación necesaria.
La inmediata defensa contra el veto, encabezada por Bolivia, ocasionó que la FIFA cambie la forma pero no el fondo de su decisión. Para que las selecciones rivales de la boliviana pudieran jugar en La Paz exigía —según supuestos informes de su comisión médica— una aclimatación de no menos de dos semanas. Algo imposible de cumplir.
En enero, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) reunió de emergencia a todos sus miembros en Chile; éstos determinaron respaldar a Bolivia y ratificar a La Paz como sede de los juegos premundialistas. Además, el veto no “tocaba” las competiciones regionales, como las Copas Libertadores y Sudamericana.
Brasil, el país del fútbol fue el principal impulsor del veto, fue el único de Sudamérica que no firmó el documento de respaldo a Bolivia.
A la FIFA le importó poco la decisión de la Conmebol y reafirmó la suya. En abril de este año, envió una carta a la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) pidiéndole que designe otra sede para los partidos de la Selección como local. La respuesta fue firme: Bolivia jugará en La Paz. El balompié nacional incluso presentó una demanda ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) para defender la práctica del fútbol en la altura.
Las intensas gestiones de la Federación Boliviana y de la Confederación Sudamericana finalmente rindieron sus frutos. En mayo, el día 27, el Comité Ejecutivo de la FIFA, reunido en Australia, decidió dar “un paso atrás para reabrir la discusión” sobre la práctica del fútbol en condiciones extremas.
El “Hernando Siles” albergó en junio el cotejo Bolivia-Chile. Hay quienes dicen que las actuales serán las últimas eliminatorias que se disputen en ese escenario. La FIFA en cualquier momento reabrirá el asunto porque los enemigos de la altura no se dan por vencidos.
Tras la resolución de la FIFA, del 27 de mayo de 2008, Bolivia no ha avanzado en los estudios médicos para defender a futuro la práctica del fútbol en la altura.
Diego Maradona fue uno de nuestros aliados
Entre los aliados de Bolivia para defender la práctica del fútbol en la altura estuvo Diego Armando Maradona. En marzo, el ex astro del fútbol argentino se solidarizó con el país y para demostrar que jugar a 3.600 metros sobre el nivel del mar no es dañino para la salud, a sus 47 años vino y jugó en el “Hernando Siles” durante una hora.
Después de hacer las delicias del público, en un encuentro que enfrentó a su equipo —compuesto por algunas figuras argentinas— con el boliviano —liderado por el presidente Evo Morales y los ex astros del balompié nacional, entre ellos Marco Antonio Etcheverry— Maradona gritó desde el borde del campo de juego: “Sí se puede, sí se puede”.
Un zurdazo de Diego Armando, convirtiendo el séptimo gol argentino y el tercero de su cuenta personal, cerró con broche de oro aquella tarde de lunes en Miraflores, ante unas 20.000 personas. Aunque no fue una diana que valiera la obtención de un título mundial —como el que ganó en México 1986— el “10” lo festejó en grande, se arrodilló en el césped y levantó los brazos hacia el cielo. La “goleada” del fútbol solidario a la FIFA estaba consumada.
“Ustedes tienen que jugar donde nacieron, hermanos, y eso no se los puede prohibir ni Dios, menos Blatter”, dijo Maradona, quien además fue nombrado por Morales “embajador de la defensa universal” del fútbol, por su apoyo a la campaña boliviana contra el veto.
El ex astro, un amigo de la altura, volverá a La Paz en marzo. Lo hará como director técnico de la selección argentina que visitará a la boliviana por las eliminatorias.